juantegui

Se suele hacer comúnmente la distinción entre dentro de mi y fuera de mi. Dentro están los pensamientos, emociones, sensaciones y sentimientos y fuera están las cosas del mundo, lo que puedo ver, oir, tocar y oler. Pero cabe cuestionar esta distinción.

Para empezar, cada vez que algo de “fuera” es conocido por “mi”, realmente ese conocer sucede “dentro”, es decir, si veo un objeto fuera, lo veo en realidad desde dentro de “mi”. Si toco un objeto exterior lo siento dentro de los confines de “mi”. No hay nada realmente fuera que yo pueda conocer “fuera”.

Por otro lado, si establecemos el “yo” como aquello que es consciente y el no-yo como aquello de lo que “yo” es consciente (es decir, si separamos el mundo entre sujeto y objetos), entonces “mis latidos” del corazón, que son observados desde ese “yo” estarían fuera, mis pensamientos, emociones y sentimientos, en el momento en que son conocidas y observadas por “mi” entonces se ve de forma obvia que están “fuera” de “mi”, por tanto, ¿qué hay dentro? Nada que pueda ser conocido pues en el momento en que algo es conocido se convierte en objeto de “mi” conocimiento, es observado por ese “mi” y por tanto es no-mi o no-yo, está fuera.

Entonces surge la gran paradoja. TODO lo que podemos ver, oír, sentir, oler, conocer por cualquier medio o forma está a la vez fuera de “mi” y dentro de “mi”, no hay por tanto capacidad de distinguir dentro y fuera y el poner el límite de “mi” en donde acaba mi piel es completamente arbitrario y carece de fundamento para ser considerado como distinto de lo que está “más allá de la piel”.

Todo a la vez está sucediendo dentro de mi y al mismo tiempo todo sucede fuera de mi. Todo es Yo y Yo soy un mero observador de Todo lo que ocurre.

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